Hoy jueves 21 de marzo es el Día Mundial del Síndrome de Down, y debido especialmente a lo visible que es a nivel físico este síndrome, es tal vez una de las discapacidades intelectuales que más identificamos como sociedad, cayendo a veces en el error de meter en su mismo saco a todas las personas con discapacidad cognitiva. Y, sin embargo, el Síndrome de Down es cada vez menos común. Tanto es así que en 40 años, la población Down ha descendido casi un 90% en España y se prevé que en 2050 no nazcan practicamente niños con Síndrome de Down en nuestro país.
¿Pero qué es el Síndrome de Down?
El Síndrome de Down es un trastorno genético que se caracteriza por un grado de discapacidad intelectual en el 100% de los casos que es variable y unos rasgos físicos que hacen que sea fácilmente reconocible relacionados en muchos casos con un retraso en el crecimiento, un cuello más corto de lo habitual, un menor tono muscular, una forma característica de los párpados o, entre otras características, una lengua más grande de lo habitual. El que descubrió esta alteración genética en 1866 fue John Langdon Down, de ahí su nombre.
Derribando mitos y estereotipos
Desde aquí queremos apostar, como siempre, por la inclusión de estas personas, por que se siga prestando el apoyo que necesitan tanto ellos como sus familiar y os animamos a todos a practicar la empatía cuando nos encontramos por ejemplo con personas con Síndrome de Down en el entorno laboral, por suerte algo cada vez más habitual.
Cada persona requiere unos apoyos concretos, específicos, no podemos pensar que cualquier persona con Sindrome de Down o cualquier otra discapacidad intelectual (un concepto enormemente amplio) es igual y hay que tratarla de la misma manera. Tratar de quitarnos de encima prejuicios adquiridos es clave, evitar tratar a los adultos con compasión y como si fueran niños o dejar de presuponer una mayor torpeza o menor profesionalidad en el entorno laboral. Con los apoyos necesarios, las personas con Sindrome de Down puede llevar una vida totalmente autónoma, independiente y ser activos laboralmente.
Las tasas de desempleo de las personas con discapacidad son aún terribles (solo una de cada cuatro tiene trabajo), y eso es algo que entre todos, especialmente las administraciones públicas y las empresas privadas y ONG, pero también cada uno de nosotros con nuestra forma de abrazar esta diversidas, debemos cambiar.